Máximo Sandín, ¿son las bacterias y virus responsables de la mayoría de las enfermedades?



Aquí os presentamos fragmentos de la interesantísima entrevista aparecida en Discovery DSalud al biólogo español Máximo Sandín (hemos eliminado las preguntas de la entrevista y le hemos dado un formato más narrativo).
Sandín ve la Naturaleza como un conjunto de sistemas complejos integrados y en equilibrio y no en permanente competencia (considerando absurda la tesis de que las bacterias y los virus son responsables de la mayoría de las enfermedades). Es miembro del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid y profesor de Evolución Humana y Ecología Humana. Es una de las escasas voces críticas con la visión darwinista dominante, no sólo en la Biología actual sino en la buena parte del tejido social, incluida la Medicina. Y lo que diferencia a este bioantropólogo español de la mayoría de sus colegas es que rechaza la tesis de la corriente dominante en Biología según la cual la naturaleza se caracteriza por la competencia. El prefiere hablar de la necesidad de equilibrio; en lugar de apostar por la supervivencia del más fuerte, lo hace por la colaboración inteligente con la Naturaleza.[…] Habla de los microbios como de auténticos “pilares de la vida” aunque capaces de llevarnos a la autodestrucción si seguimos con la absurda idea de combatirlos a toda costa porque los más recientes conocimientos sobre los mecanismos víricos de transferencia de información genética y los descubrimientos de secuencias de origen viral en los genomas animales y vegetales indican claramente que los virus han jugado -y juegan- un papel crucial en la evolución como fuente de variación genética junto a las bacterias y sus paquetes complejos de información.
Invitamos a quien quiera profundizar en sus planteamientos a visitar su web: www.uam.es/maximo.sandin


EL DARWINISMO: ¿CIENCIA O RELIGIÓN?


Cuando empecé a interesarme por la Teoría de la Evolución trabajaba en temas de salud pública, de ecología humana. Y pronto me di cuenta de que había muchas verdades socialmente aceptadas que no se sostenían, que se trataba de explicaciones superficiales sin base científica alguna. […] Entonces me pregunté por qué en una ciencia como la Biología había semejante veneración por Charles Darwin y la convicción absoluta de que lo había explicado todo. Así que fui a la fuente, leí los libros de Darwin y me quedé boquiabierto. ¡Son auténticos engendros! Fue entonces cuando entré en contacto con Andrés Galera, historiador de Ciencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), quien me dió información sobre un número notable de autores que ya en los siglos XVIII y XIX habían estudiado científicamente la evolución y habían obtenido resultados muy interesantes que contradecían la visión darwinista lo que me llevó a preguntarme por qué se había elevado pues a Darwin a los altares. Fue cuando llegué a la conclusión de que el darwinismo no es sino un “apéndice científico” de la Teoría del Libre Mercado. Surgió en los países anglosajones donde la concepción calvinista del mundo sostiene que el hombre es egoísta por naturaleza y que el egoísmo individual lleva al bien general -Adam Smith en estado puro- y que los más aptos, los más elevados y bendecidos por la naturaleza, son los que tienen “derecho biológico a ser caudillos y dirigentes” como decía Francis Galton, primo por cierto de Darwin y fundador de la Eugenesia. Así que hoy –y siento mucho parecer radical- he llegado a la conclusión de que el darwinismo fue desde el principio una especie de montaje llevado a cabo por gente influyente como Huxley o Hoocker, científicos prestigiosos y con mucho poder político en Gran Bretaña, porque se adecuaba a sus propias creencias. Porque lo cierto es que se silenciaron las voces de los científicos evolucionistas discrepantes y se estableció el darwinismo que no es más que una forma de ver la vida muy conveniente para las clases que dominan el mundo. Porque eso de que la vida es competencia y de que los más aptos están llamados a dominar les viene muy bien a los dominadores. […]

VIRUS Y BACTERIAS, ¿AMIGOS O ENEMIGOS? 

Actualmente tenemos por ejemplo datos concretos que indican que la célula eucariota, nuestra célula, es un agregado de bacterias y constituye un sistema complejo en cuya formación han intervenido virus ya que hay características de los cromosomas eucariotas que no son propios de las bacterias. Me refiero a los cromosomas lineales, a los telómeros, que son de origen viral, a la separación de la transcripción de la traslación. Y utilizo la expresión sistema complejo porque es evidente que los fenómenos de la vida son muy complejos y desde su mismo origen se produjeron por adicción de paquetes completos de información, de genes y proteínas (muchas de éstas también de origen viral). Mire, en el organismo humano hay ¡diez veces más bacterias que células! Sólo en el tracto digestivo hay ¡diez millones de tipos de bacterias diferentes! que activan fenómenos fundamentales de síntesis de vitaminas, de asimilación de sustancias que no podemos digerir… y muchos otros. En definitiva, son esenciales. En la piel tenemos ecosistemas bacterianos que son diferentes según la zona sea seca, húmeda o sebácea. En una gota de mar hay un millón de bacterias y en un gramo de tierra cuatro millones. Bueno, pues hay ¡entre 5 y 25 veces más virus que bacterias! Vivimos en suma inmersos en un mar de bacterias y virus que, insisto, son esenciales para el funcionamiento de la vida. […] ¡Son los virus y las bacterias los arquitectos de la vida!
La creencia de que las bacterias y los virus son casi siempre enemigos invisibles es una creencia superada por los datos reales. Cuando a través de los microscopios se analizaron distintos tejidos enfermos se descubrió que en ellos había virus y bacterias e inmediatamente se les asoció con el problema. Es decir, se les consideró responsables de esas enfermedades, lo que es cierto sólo en determinadas condiciones de desequilibrio. […] Es el caso de la introducción en el cuerpo de sustancias tóxicas, la alteración celular debido a radiaciones electromagnéticas, el déficit de determinados nutrientes... activa virus endógenos que se expresan en distintos tejidos y órganos.
Mire, teniendo en cuenta que se calcula que hay en la Tierra 5 x 1030 bacterias -diez mil millones de veces el número calculado de estrellas en el universo- y el número de virus es entre 5 y 25 veces superior, si las bacterias y virus fueran patógenos no duraríamos ni un segundo. Es absurdo. Los médicos y los biólogos ya deberían haber entendido que es imposible que en general sean patógenos. Solo las bacterias, cuando algo las desestabiliza, intercambian lo que se llaman islotes de patogenicidad, trasposones que las convierten en patógenas. Pero eso sucede siempre que se trata de una agresión externa; lo que hacen entonces las bacterias es simplemente defenderse. El sistema inmunitario no es un sistema de defensa sino de equilibrio. Elimina lo que no debiera estar ahí, incluidas las células tumorales.

GRIPE A


El virus de la gripe A -puede sonar un poco duro pero a la vista de los datos estoy convencido de ello- es un virus fabricado en laboratorio con secuencias procedentes de la gripe del 1918 obtenidas de un soldado muerto en Alaska -como publicó Science- y virus de cerdos y aves. Y semejante recombinación en la naturaleza no se produce de forma natural. Hay científicos muy serios que señalan que su expansión tiene que deberse a una fuga por error de algún laboratorio ¡o a una acción premeditada! Si es éste el caso no les ha salido tan patógeno como esperaban.

EL HOMBRE, CAUSA DE LA PATOGENICIDAD DE LOS VIRUS

Cuando hay una agresión ambiental sobre un órgano concreto éste se desestabiliza y su respuesta puede llegar acompañada de la emisión de partículas virales. […] Cuestión diferente son los denominados virus “emergentes” a los que se presenta como peligrosos microorganismos agazapados a la espera de una oportunidad para encontrar organismos donde expandirse cuando en realidad quizás sean virus malignizados por algún tipo de agresión o desequilibrio ambiental entre las que se pueden encontrar los experimentos científicos realizados con virus a los que se saca de su contexto, se aísla y manipula.[…] Hay numerosas enfermedades que se consideran de origen genético y en realidad son de origen ambiental. La diabetes por ejemplo. Se apunta ya a la existencia de “genes de la diabetes” pero si está aumentando exponencialmente en los países desarrollados es porque existe algún motivo ambiental. Claro que al final pueden encontrarse secuencias dañadas pero no son la causa sino la consecuencia. Muchas otras patologías, como el Síndrome de Fatiga Crónica, la Esclerosis Lateral Amiotrófica y otras están producidas por la enorme cantidad de sustancias químicas a las que estamos expuestos como organofosforados y otras sustancias genotóxicas de uso muy común. Lógicamente al romperse las condiciones naturales se producen alteraciones genéticas que provocan enfermedades pero no son mutaciones al azar sino respuestas a agresiones ambientales previas. Lo que es patológica es la visión de la naturaleza que nos han inculcado. Con nuestra visión competitiva estamos desestabilizando componentes vitales que debieran mantenerse en equilibrio.[…]
A lo largo de la vida en la Tierra ha habido cambios bruscos de organizaciones complejas que yo llamo transformaciones pero también ha habido grandes extinciones selectivas a las que no se les encuentra un porqué y creo que seguramente -con toda probabilidad- en ellas habrán estado implicados los virus. El papel de éstos y de las bacterias es creador y destructor. Y si tenemos en cuenta su abundancia en todos los ecosistemas y organismos el empeño del hombre de luchar contra ellos es peligroso. Sus respuestas ante las agresiones exógenas que alteran su equilibrio -del que formamos parte- pueden ser inimaginables.
Recientemente un artículo muy bien fundamentado publicado en Science se preguntaba: ¿Son los antibióticos realmente antibióticos? Los últimos estudios demuestran que los antibióticos no son armas sino moléculas que las propias bacterias acaban utilizando para su comunicación entre ellas, entre otras cosas para el control de su población. Claro está que cuando se utilizan en grandes cantidades son letales pero es preciso tener en cuenta que lo que sabemos de las bacterias se ha obtenido en cultivos en laboratorios, un medio donde su comportamiento es muy distinto a como se comportan en la realidad. Hay una enorme cantidad de datos en Biología, obtenidos en laboratorio mediante metodologías que no reproducen la realidad en la naturaleza. […]
Mire, es la actual concepción darwinista que nos han inculcado la que está produciendo el actual estado de cosas. Y los grandes intereses económicos que hay detrás. Las empresas farmacéuticas y de biotecnología se basan en principios reduccionistas. Véase el caso de los genes: ahora nos intentan hacer creer que modificándolos pueden conseguirse automáticamente todo tipo de respuestas. Cuando la realidad es que la información genética depende de la interacción entre el ADN, el ARN, las proteínas y el ADN que denominan “basura” y que en realidad coordina la actividad de los genes. La idea de cambiar un gen por otro no funciona, está abocada al fracaso porque no se pueden controlar los resultados para el conjunto del organismo. […]

Richard Dawkins, escritor de El gen egoísta, se inventó una teoría según la cual los genes son egoístas por naturaleza y tienden a competir con otros genes para reproducirse y expandirse. Y consideró los organismos como meras máquinas de supervivencia destinadas a reproducirse. […] Pero lo cierto es que cuando hoy se habla del genoma en realidad se habla del 1’5% del mismo. La verdad es que el genoma real es la parte codificante de proteínas –unos 22.000 genes más o menos- mas lo que llaman “ADN basura”, mas información de proteínas, mas información procedente de las mitocondrias mas la influencia del ambiente. Es decir, el resultado de una gran cantidad de fenómenos que están en interacción. Evidentemente si falla algo puedes llegar a encontrar un gen modificado pero no está sólo en él la responsabilidad del error sino en una cadena compleja de información que probablemente empezó con una alteración medioambiental. […] Es mucho más lo que desconocemos que lo que sabemos. Claro que cuantas más cosas aparecen más difícil resulta comprender lo que pasa. Por ejemplo, los que estudian el Proteoma afirman que es indescifrable y que esta organizado de una forma que en estos momentos no hay posibilidad de comprender. Estamos muy lejos de comprenderlo y mucho más de manipularlo. Ése es el problema: estamos manipulando las cosas sin comprender lo que está pasando. Y eso es muy peligroso.
Las actuales posibilidades de la tecnología aplicada al diagnóstico y la cirugía son tan evidentes como impresionantes pero en lo que se refiere a la curación de las enfermedades orgánicas el panorama es un desastre. Se tratan los síntomas en lugar de las enfermedades y con medicamentos que provocan efectos secundarios, a menudo peores que la enfermedad tratada. Y en el origen de este problema hay una doble causa. Por una parte, la concepción reduccionista de considerar y tratar los tejidos y órganos como partes individuales del organismo, derivada de la visión biológica convencional. Y por otra, los innegables intereses económicos que hay detrás de la industria farmacéutica. […] El organismo es un todo, un sistema interconectado en su totalidad. No existe un hígado como algo individual. Un órgano no es nada, no sirve si no hay otros elementos mayores y menores que funcionan en interconexión permanente para formar un organismo, a su vez interconectado con otros organismos y con el ambiente. 

EL FUTURO DE LA INVESTIGACIÓN
La tendencia actual de la universidad es acentuar aún más la causa de todo lo que está pasando a nivel global, un sistema económico demencial. […] La universidad acabará produciendo sólo una especie de técnicos de laboratorio para las empresas con el fin de elaborar productos que den dinero. Nos alejaremos cada vez más de la realidad y el peligro de un desastre biológico se acentuará. Me entristece dejar las clases. […] Pero a pesar de todo me da pena dejarlo porque al final de curso algunos chicos me agradecen que les haya imbuido algo de espíritu crítico (que es el verdadero espíritu científico). Aunque la verdad es que la gente que al final quiere mantener ese espíritu crítico no tiene futuro en la universidad: lo que les queda es tragarse lo que les cuenten y hacer lo que les manden. La tendencia es crear especialistas adecuados a las necesidades del mercado. 

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